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jueves, 30 de agosto de 2012

AMANTES DE CARA AL MAR: CAPÍTULO 1 (2/2)


por CLAUDIO MADAIRES

Si deseas leer la novela completa, envía un correo:
claudio.madaires@gmail.com




CAPÍTULO I


Viene de la entrada anterior

Una vez terminada la comunicación con Mara, Arnaldo pasó a la segunda fase del maquiavélico plan. Marcó el número de celular de una joven rubia muy bonita, llamada Laura, a la cual había conocido meses atrás. Por esas raras coincidencias del Destino, Laura había sido empleada en las oficinas empresariales de Jorge, el esposo de Mara, en Buenos Aires. Había sido echada a patadas por la misma Mara cuando ésta se enteró que pretendía ascender a secretaria privada de su marido volviéndose su doméstica «todo servicio».
—Hola, Laura —saludó Arnaldo—. ¿Me recuerdas todavía, hermosa?
—Arnaldo, el hombre que aparece y desaparece como fantasma...
—Veo que me extrañaste mucho, cariño.
—Hace tiempo que te di de baja, corazón. Me cansé de morderme las uñas y esperar una miserable llamada telefónica.
—Tarde pero seguro, querida. Vuelvo a ti otra vez, como ves...
—Si quieres sexo fácil de fin de semana, te notifico que tengo otros planes para mi cuerpo...
—Tengo algo mucho mejor que sexo, hermosa.
—¿Tú, justamente tú, diciendo que tienes algo mejor que sexo para el fin de semana? No me hagas reír, Arnaldito... ¿Engordaste o algo así? Pregunto por las dudas que hayas perdido tu figura griega y estés buscando bagatelas...
—Setenta y ocho kilos; igual que cuando nos conocimos... ¿Y tú, engordaste mucho comiendo chocolates por el sufrimiento atroz de no verme?
—Estoy igual de bien que la primera vez que me llevaste a la cama. Me hiciste sufrir horrores, corazón; pero ni siquiera subí cien gramos. Ni un chocolate de más, ni de menos...
—Una mujer que no engorda comiendo chocolate a causa de un amante extraviado... Casi un milagro...
—Mejor bájate del caballo, Arnaldito... En fin... ¿Qué cosa me ofreces mejor que el sexo perverso que tanto placer te da?
—Venganza. Algo diez mil veces mejor que el sexo «perverso» que a ti también tanto parece gustarte.
—¿Y de quién te quieres vengar, si puedo saber?
—Cariño, pretendo vengarme de una mujer a la que que estoy seguro tú odias con todo tu ser... Adivina, adivinador...
—No me gustan la adivinanzas. Al grano, por favor. Estoy medio desempleada, pero el tiempo no me sobra...
—Mara R***. ¿Te suena ese nombre?
—Me suena... ¡Claro que me suena!... ¿Cómo es que conoces a esa maldita perra?
—Tenemos que vernos en persona. Luego te cuento. Los celulares son tan confiables como una mujer traicionada.
—¿Cuándo y dónde?
—No estoy en Buenos Aires.
—¿Dónde estás, querido mío?
—Los vientos me han traído a la Costa Atlántica. Mar del Plata.
—¿Arnaldito en Mar del Plata, durante la temporada alta?... ¿Y Punta del Este, cariño? ¿Y Río de Janeiro?... ¿No habrás malgastado tus últimos ahorros?...
—Sigues viviendo con papá y mamá, ¿no?
—Después que la maldita Mara R*** me despidió, tuve que volver a vivir con papi y mami. Nunca volví a encontrar un trabajo tan bien pago como ese... La odio a muerte. Por ella perdí mi independencia económica...
—Para que ves cuánto me interesas, Laurita querida, te regalo una estadía de una semana en Mar del Plata, pasaje de avión ida y vuelta incluido...
Laura, atónita, demoró en responder:
—No te creo.
—Es jueves. Mañana viernes te envío los pasajes.
—¿Hablas en serio?
—Cuando veas los pasajes, confiarás en mí —dijo Arnaldo, mientras contemplaba una esbelta silueta femenina caminando por la playa cercana.
—Este fin de semana iba a dedicárselo a mi nuevo novio —dijo Laura.
—¿Qué edad tiene tu nuevo novio? —interrogó Arnaldo.
—Como yo, veinticinco...
—Entonces, dale veinticinco dólares —de mi bolsillo—, y dile que te espere sentado hasta el próximo fin de semana.
Laura lanzó una risita malvada y dijo:
—También envíame algo de dinero extra, cariño. Papi y mami me tienen cortita en lo económico. Te lo devolveré.... con intereses.
—¿Vendrás, entonces, bonita?
—Nunca un hombre me invitó a viajar en avión... Apenas puedo creer lo que oigo.
Arnaldo comenzó a irritarse:
—¿Vienes o no? Te quiero acá el sábado.
Laura meditó cinco segundos la respuesta final:
—Tus deseos son órdenes, cariño...


© 2012 CLAUDIO MADAIRES. All rights reserved. De su libro AMANTES DE CARA AL MAR


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